El Grito de Edvard Munch es, sin duda, el cuadro noruego más famoso. La imagen de un hombre con la boca totalmente abierta, los ojos llenos de terror y sus manos sobre sus oídos es archiconocida. Este cuadro fue el comienzo del expresionismo, un estilo artístico denominado por las emociones en vez de por la realidad. Munch hizo 4 versiones de El Grito.
“El sol se ponía. De repente, el cielo se tornó del color de la sangre. Me paré, exhausto y me apoyé en la valla. Había sangre y lenguas de fuego sobre el fiordo azul oscuro y la ciudad. Mis amigos siguieron andando, y se pararon en ese punto, temblando de nervios, y yo sentí cómo un grito sin fin atravesaba la naturaleza.” Munch encontró la inspiración para realizar su profunda obra maestra mientras paseaba por la Colina Ekeberg, sobre Oslo. Siga los pasos de Edvard Munch en el fiordo de Oslo, entre ubicaciones de obras, museos y estudios.
En 2012, un multimillonario estadounidense pagó 90 millones de euros por una copia de El Grito en pastel sobre cartulina. Esta obra marcó un récord: el cuadro de una colección privada más caro del mundo. Las otras tres copias aún se exponen en Oslo. El original (óleo sobre lienzo) se encuentra en la sala dedicada a Munch de la Nasjonalgalleriet. El cuadro fue robado el día de apertura de los Juegos de Invierno de Lillehammer en 1994. Los ladrones dejaron una nota: "Gracias por la poca seguridad". Meses después, la obra fue recuperada.
Nasjonalgalleriet, Universitetsgata 13, Sentrum, Oslo
Otras dos copias de El Grito, al óleo y al pastel, se exponen en el Museo de Munch, en Tøyen. El museo exhibe unas 20.000 obras de Munch, lo que representa la mitad de la obra completa de este artista. Los ladrones de obras de arte también dieron un golpe en este museo. En 2004, dos hombres encapuchados y armados cogieron El Grito y la Madonna a plena luz del día. Las pinturas aparecieron a los dos años.
Munchmuseet, Tøyengata 53, Tøyen, Oslo
Edvard Munch encontró la inspiración para pintar El Grito mientras paseaba por la Colina Ekeberg, donde puede llegar con los tranvías 18 o 19. Cada día quedaba con su amigo Henrik Ibsen, el famoso dramaturgo y poeta en el elegante café del Gran Hotel. Durante su juventud, vivió en cinco casas diferentes del barrio de Grünerløkka, un barrio en aquel entonces señorial y hoy de moda. Además, está cerca del lugar donde descansan sus restos, junto con los de otros noruegos famosos: el cementerio Vår Frelsers Gravlund.
Ekeberg, Oslo