Praga es una ciudad de literatura, arte y, sobre todo, música. Aquí vivieron Antonín Dvořák y Bedřich Smetana, dos de los mayores compositores del mundo. Mozart también tuvo una relación especial con Praga, tanto que su ópera Don Giovanni se estrenó aquí e incluso escribió una sinfonía especialmente para el público praguense.
En los siglos XVIII y XIX, la música clásica floreció en la ciudad, hasta el punto de que llegó a conocerse como el conservatorio de Europa. Sin embargo, las óperas y las sinfonías se silenciaron durante el periodo comunista, cuando la música clásica fue considerada elitista. A principios de la década de 1990, con la caída del Telón de Acero, la chispa de la música volvió a Praga. Desde entonces, las melodías de los grandes maestros resuenan en toda su gloria en las hermosas óperas de la ciudad: el Teatro Estatal, el Teatro Nacional y la Ópera Estatal de Praga.