A tan solo 15 kilómetros al norte de Kuala Lumpur se encuentra el santuario hindú más conocido situado fuera de la India: las cuevas Batu. Son unas cuevas decoradas con una gran diversidad de coloridas imágenes pintadas de dioses hindúes. La cueva más elevada se encuentra a 272 escaleras de altura: es una enorme y empinada escalera que no solo utilizan los peregrinos y los turistas, sino también los monos. Cada año, tiene lugar en las cuevas el frenético festival Thaipusam.
Durante mucho tiempo, la existencia de estas cuevas era prácticamente desconocida. Hubo que esperar hasta finales del siglo XIX a que un biólogo estadounidense diese con ellas por casualidad. Se construyó un altar dentro de esta enorme cueva, que más tarde pasó a llamarse la Cueva del Templo. Aunque ahora este lugar está repleto de estatuas religiosas, la más imponente de todas ellas sigue siendo la propia cueva, de 100 metros de altura. En una cueva más pequeña, situada más abajo, verá más deidades coloridas a través de las cuales descubrirá historias de la mitología hindú.
Los indios se sentían especialmente atraídos por ellas. Fueron muchos los que se trasladaron a vivir a Malasia durante la colonización británica. Allí llevaron también la religión hindú y encontraron en las cuevas el lugar ideal para venerar a Murugan, el dios de la guerra y de la victoria. Desde entonces, las cuevas Batu están dedicadas en su práctica totalidad a esta deidad.